No tengo nada mejor qué hacer, ergo, duermo
No tengo nada mejor qué soñar, ergo, despierto
No tengo nada mejor qué mirar, ergo, imagino
Luego están las libretas y los teclados, curioso vicio intangible la escritura.
Vuelvo a preguntarme
¿De qué me embriagaré este año de sobriedad?
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