Entra el vaho espiritual de los idiotas. Las paredes se
rompen una a una. La cuarta se rompe más lentamente. Leopoldo ríe y su risa es
tangible, espesa. Jajaja ríen los locos, mientras las ratas orinan sobre cada
pupila fragmentada. El desprecio repta entre las rocas y pedazos de madera
podridos.
Humo que sale del carbón. Que sale de los cigarros. Sale de
los labios. De los ojos. Pupilas.
Diez años sin una gota de alcohol, y ahora todo se esparce
ardiendo heridas.
Diez años sin sembrar cordura en las neuronas.
Y los idiotas dan vueltas alrededor del fuego. Cómo
bailando. Cómo queriendo meterse a la fogata y ser leña.
Ser idiotas que me dejen el alma en combustión.
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